Maximiliano llegó a nuestras vidas después de haber decidido que no tendríamos más perritos tras la muerte de uno que, a pesar de los daños que causó, amábamos profundamente. Max tenía otros dueños, pero los niños de la casa sin querer le hacían daño. Empecé a llevarlo a casa cuando mi esposo no estaba, junto con mis dos hijas, y después decidí dejarlo completamente con nosotros. Para mi esposo no fue fácil, ya que había sufrido mucho con la pérdida de nuestro otro perrito.
Max parecía un peluche y abrió las puertas para que, por no verlo solo, recogimos a una gatica que habían dejado en la calle, convirtiéndose en su mejor amiga y gran amor. Max ha pasado por muchas dificultades de salud, pero ha sido un guerrero y ha superado todas. La última prueba fue cuando lo mandamos a esterilizar. Aunque salió apto para la cirugía, se complicó en la pre anestesia y la veterinaria nos lo entregó así. Mis dotes de mamá perruna salieron a flote, lloré y exigí que lo atendieran correctamente.
Pasamos una noche difícil, con mi esposo escuchando los gritos de dolor de Max, y aunque en la veterinaria nos lo devolvieron casi corriendo, insistimos en que no lo dejaran morir. Al final, después de un día terrible, recibimos la buena noticia de que Max sobrevivió. Él es nuestro gran amor, junto con otra perrita que adoptamos, y gracias a ella somos abuelos de varios cachorritos que también forman parte de nuestra familia. Ahora tenemos cinco hermosos perritos que son una locura pero lo más maravilloso del mundo, y dos hermosas gatas.
No ha sido fácil, pero son parte de nuestra familia y los amamos con el alma. A pesar de los gastos extremos y las críticas, nunca cambiaríamos ese amor tan puro y leal por nada en el mundo. Le doy gracias a Dios por haberlos puesto en nuestras vidas. Soy una dog lover súper orgullosa.