Mi hija, desde los 6 años, siempre me pedía un perro, pero yo me resistía debido a que vivíamos en un espacio pequeño y no consideraba que fuese adecuado. Cuando mi hija estaba por cumplir 8 años, pasábamos por una situación económica difícil y no podía comprarle un regalo. Me sentía muy mal por eso, pero entonces, una vecina que había acogido a una perrita embarazada tuvo una camada de cinco cachorros saludables y hermosos. Sentí que esa era la oportunidad perfecta para darle a mi hija la alegría que tanto deseaba.
El día de su cumpleaños, hablé con la señora y le expliqué mis razones para querer uno de los cachorros. El día del cumpleaños de mi hija, le di la sorpresa. Su reacción fue increíble, se puso a llorar de felicidad, y me dijo que era lo que más quería en la vida. Así llegó Messi a nuestras vidas. Elegimos el nombre porque somos grandes fanáticos de Argentina y del jugador Lionel Messi.
Entre los hermanos de Messi, había una sola perrita que fue adoptada por otros vecinos. Sin embargo, estos vecinos trabajaban mucho y tenían otros animales, por lo que la perrita pasaba mucho tiempo sola y, a veces, era maltratada. La veíamos asomada a la ventana, triste y sola, y me daba una gran impotencia. Cuando escuché que querían regalarla porque causaba muchos daños en su hogar, no lo dudé y hablé con ellos para adoptarla. Así fue como Noah se unió a nuestra familia. Al principio, Noah tenía mucho miedo debido al maltrato que había sufrido, pero con amor y paciencia, poco a poco fue superando sus miedos y se ha convertido en una perrita feliz y confiada.
La llegada de Pancho a nuestras vidas fue otra historia de rescate. Desde que vivía en este barrio, Pancho era conocido como el perro de la calle. Aunque recibía algo de comida de los vecinos, su vida era dura. Sufrió maltratos, incluso fue apuñalado una vez. Un día, Pancho desarrolló un tumor en una de sus patas delanteras que creció de manera alarmante. El perro, que solía ser agresivo, se volvió tranquilo y empezamos a cuidarlo más de cerca. Cuando la bola en su pata se reventó, lo llevé a mi casa y lo curé como pude. Al día siguiente, lo llevé al veterinario y confirmaron que era un tumor. Lo operaron y, desde entonces, Pancho ha sido parte de nuestra familia.
A pesar de vivir en un espacio pequeño, mis tres bebés, Messi, Noah y Pancho, me llenan de alegría y amor. Los saco a pasear constantemente para que no se aburran, y cada día me demuestran que no hay amor más grande que el que ellos me brindan. Ellos han transformado mi vida y la de mi hija, y estamos infinitamente agradecidos por tenerlos en nuestras vidas.