Los Beagle son perros muy juguetones y cuando son cachorros están llenos de energía, ver a Homero hoy con su cabeza canosa y a un paso más lento me hace entender que toda su vida ha sido entregarnos amor y compañía incondicional, lo cual estoy seguro de que seguirá haciendo hasta el último de sus días.
Homero llegó con un mes de edad, en mayo de 2009. Este año 2022 cumple 13 en la familia. Cabía en la palma de la mano. Mi hermana y mi hermano tenían 9 y 8 años respectivamente, yo tenía 14 y vivíamos en Bogotá. Hoy, cuando todos somos adultos, Homero recorre el camino de la vejez perruna y aunque su cabeza se pintó de blanco, engordó un poco y a veces se cansa con facilidad, su fidelidad sigue intacta y nuestro amor hacia él es tan fuerte como el primer día en que lo vimos.
Homero es un amigo perruno muy especial, con una personalidad muy definida. Es muy mimado y no le gusta sentirse solo, siempre va a la habitación donde estamos reunidos y encuentra el mejor lugar para poner atención al tema de conversación. Es un glotón sin remedio, la bolsa del pan es su víctima favorita. Es un perro muy humilde, no le gustan los juguetes caros o exóticos, siempre los deja por ahí sin darles siquiera un mordisco; por el contrario, le encanta jugar con pelotas hechas de medias viejas o quitarles la tapa a botellas de gaseosa.
Además, es viajero, en el 2011 por asuntos laborales toda la familia se fue a vivir a Sincelejo, Sucre y Homero nos acompañó en esa etapa familiar, allá se divertía cada vez que íbamos a la playa y después de adaptarse al cambio de clima disfrutaba mucho sus días en el calor de la región caribe, haciéndose muy conocido en la cuadra por su peculiar ladrido, característico de los Beagle.
Mas adelante, por temas académicos fui a vivir a Medellín y Homero también me acompañó en ese proceso, muy fiel, esperaba que yo llegara a casa para dar un paseo o los fines de semana para explorar los diferentes escenarios naturales que ofrece el Valle de Aburrá.
Hoy Homero vive conmigo en Capellanía, un pequeño pueblo cerca a Ubaté, Cundinamarca. Aquí ha vivido una de sus mejores etapas, pues el ambiente rural le favorece bastante y disfruta de largas caminatas a campo abierto o explorando los bosques y montañas cercanos, aunque aún no supera su miedo a las vacas y las ovejas.
Homero intenta llevar el paso, muchas veces lidera la caminata y se adelanta en el camino, por fortuna, el blanco intenso de la punta de su cola hace que no lo pierda de vista; se detiene y voltea a mirar atrás para asegurarse de que yo vaya con él y no me quede muy atrás. Al volver a casa duerme profundamente, tan profundo que a veces olvida que es perro y se convierte en tractor, ronca bastante.
La vida en el campo, el aire puro y las caminatas diarias han favorecido su salud y a sus casi 13 años se ve muy bien, ha bajado de peso y no padece de ninguna enfermedad, su característico ladrido es tan potente como en sus mejores años, es un sugar daddy perruno.
Homero es símbolo de lealtad, de nobleza y de mucho amor, todos los días pienso en el momento de llegar a la casa y verlo feliz de verme, batiendo su cola a toda velocidad y siempre listo para un paseo.
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