Valiente es hijo de la pandemia, nació el 31 de julio del 2020 y desde ese día estamos juntos. Nació en una camada de siete y, por razones médicas, todos sus hermanitos murieron en la primera semana. Valiente fue el primero en comer y, entre todos, se robó mi corazón sin razón aparente. Cuando quedó solito, sin hermanitos, nos recomendaron que no se siguiera alimentando de su mamá Piña, así que recurrimos a la leche de cabra. Era tan pequeño que la única manera de alimentarlo era con una jeringa de insulina; cada dos horas le daba su alimento, de día y de noche.
Yo trabajaba desde casa debido a la pandemia, así que todo el tiempo estábamos juntos. Encontramos una manera de comunicarnos: él sentía mi olor y se quedaba tranquilo, y comenzó a llamar mi atención cuando tenía hambre, a veces antes de las dos horas. Comenzó a escribirse la más linda historia de amor. Nunca había tenido un perrito macho y aún no tenía nombre. Le puse muchos nombres hasta que un día, observándolo, vi sus ganas de vivir, su alegría a pesar de las dificultades: una infección en sus ojitos antes de abrirlos (pensamos que había perdido la vista), lo pequeño que era por no haber tenido el suficiente alimento de su mamá, sin hermanitos… era todo un Valiente.
Mi Valiente me ha dado las lecciones más grandes; me enseñó a soltar y a defender lo que amo, me enseña cada día a vivir desde el amor, me acompaña incondicionalmente y siempre está a mi lado. En el 2023, viví momentos muy complejos de depresión y ansiedad. Valiente, de alguna manera, comenzó a identificar los días en los que más mal me sentía y empezó a tener actitudes de apoyo emocional: se recostaba en mí con su pancita lista para que yo la acariciara, me llenaba la cara de besos recordándome volver al aquí y al ahora, me invitaba a salir a caminar y, durante nuestras caminatas, buscaba palos para que jugáramos y así mi mente pudiera encontrar la conexión con el presente.
Durante tres años y medio trabajé desde casa y eso hizo que nuestra conexión creciera. Valiente me acompaña siempre; va conmigo a todas partes. Ya conoce el mar, monta en carro, en bus y también en moto. Le enseñé el buen gusto por la moda y disfruta que lo miren y le tomen fotos cuando va por la calle con sus mejores outfits. Valiente me ha salvado más veces de las que él se imagina. Todos podrían pensar que yo lo salvé o lo elegí, pero no fue así. Él me eligió para enseñarme a vivir. Es mi Valiente.