Éramos una familia de tres personas: papá, mamá e hija. Cuando nuestra hija se casó, nuestro yerno nos regaló una mascota. Oliver tenía solo 45 días de nacido y era nuestra primera mascota. La verdad, no me gustaban los perros, pero llegó en el mejor momento de nuestras vidas. Poco después, mi hija se mudó a los Estados Unidos y nosotros nos quedamos con Oliver.
Oliver es un perro mimado y cariñoso, especialmente con los niños y las personas. Tiene mucha energía y por las mañanas asiste a la guardería. Si yo estoy enamorada de él, mi esposo da la vida por él. Oliver sabe que mi esposo es el abuelo y yo soy la abuela. El abuelo lo saca a dar una vuelta por la mañana antes de que venga el transporte de la guardería, y la abuela es quien le da los alimentos.
Oliver se ha ganado nuestros corazones y lo amamos profundamente. Los domingos no va a la guardería y ya sabe que los abuelos van de caminata con él. Se ha vuelto nuestro compañero inseparable, y siento que sin él la vida ya no sería la misma.