Zeus llegó a mi vida de manera inesperada. Siempre me han gustado los perros, pero nunca había contemplado la idea de tener uno. En agosto de 2018, una amiga que pasaba por una mala situación económica me pidió un favor: transportar a su perra bulldog desde Medellín hasta Caldas para una inseminación artificial. Ella veía en la perrita una salida a sus problemas, y aunque no estaba muy de acuerdo, accedí a ayudarla.
Así comenzó mi rutina de salir del trabajo en Itagüí a las 5 pm, recoger a la perrita en el barrio El Salvador, y llevarla a Caldas. Regresábamos a Medellín a las 10 pm, la dejaba en El Salvador y luego me iba a mi casa en el corregimiento de San Cristóbal. Hicimos este viaje cuatro veces hasta que, ¡boom! Deicy estaba embarazada. La llevé a su primera ecografía y, bingo, nueve cachorros estaban en camino, todos sanos. El 25 de septiembre la llevé para su cesárea y finalmente conocí a los nueve cachorros. Cada ocho días iba a visitarlos y me enamoré de todos, sin poder elegir un favorito.
El 8 de diciembre, mi amiga me dijo que los vendería, pero como agradecimiento por toda mi ayuda, me regalaría uno. Me sorprendió mucho porque nunca lo había contemplado y todo lo que hice fue sin ningún interés. Hablé con mi esposo y decidimos aceptarlo. Así nos convertimos en papás primerizos del bebé más pequeño y feíto de la manada. No escogimos; solo dijimos que queríamos un niño, y cuando llegamos el 16 de diciembre de 2018, Zeus nos eligió a nosotros. Los cachorros tomaron su cena y se fueron a dormir, pero Zeus se quedó mirándonos, eligiéndonos como sus papás para siempre.
Hemos reído, llorado, nos hemos angustiado y desvelado, gastado mucho dinero y no tenemos ahorros, pero tenemos a un ser sintiente y muy inteligente que nos ha enseñado demasiado. Si me pusiera a enumerar todo, no terminaría nunca. Tratamos de darle la vida que se merece y lo que más tenemos claro es que estaremos con él hasta el día que Dios decida.