En la familia duramos un buen tiempo buscando un perro para adoptar en varias fundaciones en época de pandemia, sin embargo en todas las fundaciones había pocos cachorros y mucha demanda.
Después de un tiempo visitamos a unos familiares que justamente estaban adquiriendo un perrito para la mamá de mi primo, pero ella no podía tenerlo, ya que contaban con otra perrita y no estaban en condiciones de tener otra mascota, así que me planteó la idea de que yo hablara con mi primo para ver si quería tener un perrito, ella sabía qué estábamos buscando una mascota para nuestro hogar.
Así contacte a mi primo que nos comentó que los perritos de la camada tenían aproximadamente 2 meses, entonces decidimos escoger al más gordito de los siberianos manto rojo, así llegó Horus a casa.
Hace aproximadamente 7 meses en una salida al parque con mis papás y mis hermanos, vivimos una de las situaciones más complejas con Horus. Nos encontrábamos caminando alrededor de algunos árboles y de forma repentina Horus fue atacado por un Pitbull, la reacción de mi papá fue proteger a Horus y recibir el ataque de forma directa, inmediadamente nos trasladamos al hospital, ya que mi papa presentaba varias heridas en la cabeza y su brazo derecho, allí fue atendido y dado de alta al siguiente día. Fue muy curioso y tierno ver como Horus veía a mi papá y lo consentía en su recuperación, como si supiera que gracias a mi papá, él salió ileso.
Horus es muy amigable y consentido pero debido al ataque del Pitbull se ha vuelto un poco desconfiado y nervioso cuando lo sacamos al parque, ha sido un proceso de calma y paciencia devolverle la confianza de salir a pasear y gracias a la valentía de mi papá yo aun disfruto del amor de mi perro.
Desde que llegó ha logrado dar mucha alegría y se ha vuelto mi compañero inseparable, siento que sin él la vida ya no sería la misma.
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