Desde pequeña siempre he estado acostumbrada a vivir rodeada de animales, tuve patos, pollitos, cerdos y una perrita llamada Cony, la cual me acompañó durante 9 años, luego de su pérdida no pude volver a conseguir otro perrito porque mi padrastro le daba temor.
Luego de 13 años aproximadamente y de la pérdida de mi padrastro, decidí emprender la búsqueda de una mascota que me acompañara y le pusiera color a mi vida. En mi trabajo somos pet friendly y convivía con los perritos de mis compañeros, era una locura y aventura todos los días, y de repente una compañera me muestra un perrito hermoso y me dice que lo están dando en adopción, yo me dije, este es el momento, escribí inmediatamente y la persona que lo estaba dando en adopción se retractó y dijo que como habían resultado muchas personas lo iba a vender, esto me dejó con el corazón triste.
Un día mi esposo, que en aquel entonces era mi novio, me dice que hay una fundación y que hacían jornadas de adopción y decidí ir a una, dicen que los animales lo escogen a uno, y la verdad creo que es cierto, había muchos perritos, todos divinos, pero allí estaba ella, una perrita cachorra en una jaulita con sus otros hermanitos, con su barriguita hacia arriba, me miró y fue ahí donde sentí ese vínculo inexplicable, esa sensación de querer cuidarla y vivir muchas aventuras junto a ella.
Comencé el papeleo, yo pensé que me la entregaban de una y oh sorpresa, fue un proceso como de dos meses, donde llamaron a mi mamá, a mi novio, mejor dicho, a todo mi círculo cercano, porque para esta fundación era importante que la persona que adopta entienda el significado de tener una mascota en su hogar. El día que me llamaron fui inmensamente feliz y fui inmediatamente por ella.
Ese día la vi, con una fragilidad y vitalidad, tímida pero cariñosa, sentí una dulzura única, la cual normalmente no suelo sentir, Kitara vino a mi vida a nutrirla de amor, a enseñarme lo que es cuidar de la vida de otro ser, a dejar salir ese sentimiento tierno que tenía reprimido y oculto, desde ese momento, convivimos, la llevo a casi todos los lugares favoritos míos, me acompaña en el trabajo y mientras yo laboro ella juega con otros perritos que llevan en la empresa.
Ya llevamos cuatro años y medio de mucho amor, de travesuras y complicidades, de un crecimiento mutuo y sobre todo de un amor y conexión inexplicable.