Hola, soy Stefany Manjarrez, una costeña de 27 años, y quiero contarles la historia de Joé Tiburoncín, un perrito criollo de 3 años que llegó a mi vida y la transformó por completo. Vivo en Sincelejo y desde los 18 años fui diagnosticada con alergias respiratorias crónicas, lo que me impedía tener animales.
Los padres de Joé vivían en una finca en condiciones precarias, sin recibir atención, y él estaba cubierto de garrapatas y pulgas. Cuando mi papá lo adoptó, Joé estaba muy enfermo, con infecciones en la sangre y varios órganos debido a estos parásitos. Mi familia lo llevó al veterinario y, después de un mes de tratamiento, Joé llegó oficialmente a nuestras vidas en abril de 2024.
Por una situación familiar, mi tía Neila le pidió a mi papá que Joé se fuera a vivir con ella y conmigo en 2022. Desde entonces, me dediqué a cuidarlo y consentirlo, sacándolo a pasear y comprándole su comida favorita. Aunque mi tía se tuvo que ir a vivir lejos, Joé quedó a mi cargo y desde entonces nos hemos convertido en una familia inseparable.
Amo a los animales desde que tengo uso de razón y me encanta hacer voluntariados. A pesar de mis alergias, afortunadamente, Joé no me causa ninguna reacción. Él duerme conmigo, lo saco a pasear, viajamos juntos y siempre le compro un asiento para que viaje cómodo. Le doy su comida favorita, y cuando se enferma, lo cuido como a mi hijo. Lo llamo mi "hijo chiquito", "el príncipe de mamá" y "el mono de mi corazón". Somos muy felices juntos, aunque Joè sea un poco caprichoso, consentido y amargado.
En noviembre de 2023, Joé sufrió un accidente y fue atropellado por un carro, fracturándose la cadera y una de sus patas traseras. Fue el peor susto de mi vida. Pasó una semana en la clínica y, luego de tres meses de medicamentos, rehabilitación y mucho amor, Joé se recuperó. Hoy, ocho meses después de ese fatídico día, mi cuidado hacia él es más estricto porque sé que puede ser travieso, pero lo amo con todo mi corazón.